Hernández, Fernando, Espigador@s de la cultura
visual, Barcelona: Octaedro, 2007, p.62-68.
A mi juicio es
un texto complicado porque te hace replantear el papel de la escuela y el
concepto de libertad.
Sobre la
perspectiva proselitista opino que es muy extremista en el sentido de
desvalorizar tanto los contenidos del consumo visual y catalogarlos como
negativos. Esta perspectiva va en la línea de la censura para evitar lo que
ellos consideran un mal mayor , como lo pueden ser los mensajes de los media.
Reconozco que comparto la idea de que esta sociedad fomenta el consumismo y el
materialismo y que esto da a lugar a personas con relaciones insanas y vidas
vacías; pero estoy en total desacuerdo con que la solución sea la censura y
aislar como en una bola de cristal a los alumnos para que no estén en contacto
con ciertos mensajes.
Lo primero
porque con esta actitud no se va a evitar que el consumo visual se frene, forma
parte de la realidad en la que vivimos y convive con nosotros. Y en segundo
lugar porque ocultar una realidad a unos jóvenes porque otra persona las haya
considerado negativas me parece totalitario y faltar a la verdad.
Creo que
educar consiste en mostrar toda serie de realidades y que cada uno, de manera
individual, forme su esquema de valores y tome sus decisiones de modo que más
le acerquen a la felicidad, pero sin estar influenciado; con el criterio de
cada uno.
Y en tercer
lugar, por ver una serie donde aparezca la violencia vas a ser violento; puede
que influya, pero no determina. Así lo muestra el ejemplo de Shin-Chan en donde
los propios niños manifiestan que no quieren imitar las conductas de su
personaje de dibujos.
Esto también me
recuerda una reflexión que tuve tras ver la serie de sexo en Nueva York, que en
un primer momento me encantaba, pero cuando vas creciendo y empiezas a tener
juicio crítico no veo otra cosa que unas mujeres histéricas por casarse o ansiosas
por acostarse con alguien, donde la clave del éxito es tener unos zapatos de
manolo Blahnik o haberte acostado con media ciudad; y donde un grave problema
se considera que te salga un grano para una fiesta o que se agote el bolso que
te ibas a comprar. En el momento en el que me paré a pensar, y analicé todo lo
que la sociedad pretende fomentarnos y
nosotros caemos en su juego ( en su juego de tragar sin pensar), fue
cuando me di cuenta que aprender a pensar es algo que no siempre te proporciona
la escuela pero es lo más importante que te puede dar.
La clave no creo que esté en la censura (
aunque series como esta no deberían emitirla a las 4 de la tarde), va más en la
línea de cómo interpreta cada uno ese mensaje.
Esto último,
enlaza con la perspectiva autoreflexiva donde lo más enriquecedor para mí es
que favorece el debate y puede tratar una misma realidad desde diferentes
perspectivas. Creo que no hay nada más enriquecedor que argumentar el porqué de
una opinión o postura; porque puede hacer a los demás ver o replantearse cosas
que antes no habían pasado por sus mentes y esto es de las cosas que más
enriquece al hombre.
Por supuesto
para ello, tenemos que dejar esa costumbre de catalogar lo nuestro como mejor
que lo de los demás e intentar comprender la opinión del otro; favorecer la
empatía de los más jóvenes es muy importante para valorar otras opiniones y
hacer una autocrítica. Por eso, no estoy muy de acuerdo con la perspectiva de
la satisfacción, donde el placer del estudiante vale más que el sentido crítico
que éste pueda tener; para mí tener un póster de la cenicienta y no saber
interpretarlo es como tener un libro en tu habitación y no saber leerlo. Con
esto no quiero decir que no sea importante el placer que la cultura visual
proporcione al estudiante, sólo que considero a otras cosas más como lo puede
ser el análisis crítico o conocer otras posturas.
Por último, la
perspectiva analítica también simpatizo con ella y creo que es la que a mí me
ha tocado vivir en el instituto cuando tenía la clase de educación audiovisual,
donde el profesor asume la realidad de la cultura visual y la valora asumiendo
el papel de guía, y donde los alumnos reciben esa información y la adaptan a su
esquema de valores.
En este
artículo también se trata el tema de hasta qué punto la escuela debe de
establecer lo que es bueno o malo de un mensaje visual, ya que esto atentaría
con la libertad de los alumnos a formar sus propias opiniones. Y me parece un
tema delicado porque abre el debate de si la educación libera o encarcela; un
filósofo decía que no quería leer libros porque quitaban la libertad del ser
humano, le condicionaba en sus decisiones y maneras de pensar; al principio lo
vi absurdo porque pensé: ¿qué puede encarcelar más que la ignorancia?. Lo que sí veo claro es que la libertad es un término
muy utópico ya que no existe la libertad absoluta de pensamiento porque
reproducimos lo que la sociedad nos ha inculcado desde que nacemos por lo tanto
el decir "somos libres" es una expresión que debemos analizar.